martes, 29 de septiembre de 2009

Extra: Secretaria de Cultura descubre guaca indígena



“¡Darwin es un pelmazo!” –Aduce con su prepotencia característica-.


En la oficina y ataviada con los más singulares, pero glamurosos trajes de exploradora; la eminente doctora, nos recibe para contarnos qué descubrió en el patio trasero de la Casa de la Cultura.

Recién acababa de llegar de las excavaciones. La Doctora (y ahora exploradora), dejó caer su frágil humanidad sobre el incómodo sillón de su oficina. Arrojó cual Indiana Yons su sombrero de egiptóloga y lo colgó con gran puntería sobre el perchero.
-Estoy mamada Gozque –Dijo, mientras se aflojaba uno a uno los cordones de sus botitas-. No sé porqué, pero en ese instante tuve una imagen bizarra y otoñal de “Dora la Exploradora” desnuda.
-Déjame decirte que no he parado de excavar, ¡y eso el señor alcalde lo sabe! Falta mirar lo bien que estamos ahora. Creo, sin temor a equivocarme o a sonar prepotente, que sin mi mandato cultural, Chía estaría atrasadísima.

Dora… perdón, La Doctora, se sacudió el polvo y la arena que traía sobre su ropa. –Ahora si entremos en materia –Dijo. -Caminaba desprevenidamente por los alrededores de la Casa de la Cultura. Como siempre, pensaba en qué otra extraña y maravillosa aventura metería a mis empleados en estos meses que restaban para culminar mi exitoso segundo año, cuando de pronto y (sí, lo acepto), por andar pensando si la marrana puso un huevo o dos… Plam… tropecé con algo.

-¿Le pasó algo a su humanidad? –Pregunté deseoso de respuestas. -No, no te preocupes, era sólo una botella de “chorrito” que me bebí con un amigo artista al que le estoy cuadrando un contratico. –Lástima –dije, mientras confirmaba que hasta para los golpes esta señora es de buenas… ¡Es inmortal como Jailander!

-Sigamos Gozque que tengo afán y debo regresar a la excavación… Al tropezarme con la botella, descubrí que la tierra estaba floja. Sin pensarlo un instante me arrojé ávida al suelo. No importaba que mi pantalón de cuero de última moda sufriera las dificultades de la gestión cultural. Créeme Gozque que la cultura y el amor por esta ciudad me han puesto a trabajar muy, pero muy duro. Antes no hacía nada en mi casa, del apartamento al club y del club al apartamento. Pero ahora me toca venir hasta acá y aparentar que hago algo-. Con un suspiro me dijo: -Extraño a las brujas del club, son tan locas…

-Pero, Doctora… ¿encontró algo? Porque eso de usar botitas de exploradora y bermuditas color caqui en unas piernas tan delgadas y tan transparentes, créame que deben pagar la vergüenza–. Inquirí con repulsión pues el brillo encandilador de sus gambas me hacía desear el suicidio.

-¡Pues los primeros quince días nada! Aunque mi instinto me decía que ahí había algo. Usted sabe que yo tengo muy buen olfato para todo lo que tenga que ver con el arte y la cultura. Estaba segura que allá había algo, así que le pedí al señor alcalde una autorización para hacer un güeco más grande.
-¿Pero no le dijo nada? ¡Es que el agujerito parece ya una piscina olímpica!
-No gozquecito, el también tiene olfato para estas cosas y me apoyó sin dudarlo un instante. él sabe que yo sé y que él sabe también; así que si él sabe y yo sé, pues…
-¡Sí… todos sabemos! –al completar la frase desvié la mirada como cuando alguien sufre de pena ajena.
-Ya me autorizó a echar por tierra el salón de danzas. Es indispensable. Hay que encontrar más.

"Muy pronto cambiaremos ese bodrio de Diosa Chía, por una réplica del tunjo que me encontré" -Afirmó La Doctora a El Chinchoso

La Doctora me tomó con sus manitas frágiles y me llevó detrás del escritorio. Temí lo peor, una caricia indebida, un asalto erótico, un acoso sexual… Recordé a los curas y la sacristía, recordé muchas cosas como flashes de imágenes. Se agachó bajo el escritorio y me asusté mucho más. Quiero decirles que temblé mucho.

Para mi alivio, sacó de una caja de cartón un tunjo. –¡Esta es! ¡Esta es la prueba irrefutable! –Gritó empuñando el tunjo y agitándolo con fuerza hacia el cielo. –¡Esta es la prueba fehaciente de que este pueblo todavía es de indios! ¡Mire, mire! –Y agitaba los brazos y miraba hacia los lados.
–¡Esto! ¡Con esto demuestro que este pueblo es un pueblo de indios… Los del club tienen que saberlo… Este pueblo todavía sigue en la edad de piedra y yo, sólo yo, puedo salvarlo… Indios brutos es lo que existe en este caserío… Tengo la prueba… La tengo… Dios me hizo excavar y la encontré… ¡La encontré! –Se tiraba los pelos y rasgaba sus vestiduras. Por momentos pensé que durante ese frenesí epiléptico podría mostrarme algo de sus senos arrugados y cerré los ojos para evitar una escena más vergonzosa. Salió a Gritar desesperada al lado del puente peatonal que nadie usa: “¡tengoooooooo la pruebaaaaaaaa!”.
–¡Dios me lo dijo, Dios sabe que pude entender su mensaje!
-¿Queeeé? ¿Eso señora? ¿Cómo puede decir que eso es una prueba? ¡Usted no sabe nada, señora!, –Y la sacudí como se debe sacudir a una poseída.

A lo lejos pude ver la imagen robusta y lenta de su escudera que llegaba, como siempre, a desembarrarla y a presentarme sus excusas. La Doctora yacía sin aire tendida en el suelo y en una extraña y freudiana posición fetal.
-Gozque, ¿Qué pasó? –Me preguntó Robín, perdón, Caticia muy extrañada.
-Pues no sé preciosa, pero déjame decirte que tu jefa cada vez está peor. Mira, dice que esta es la prueba reina; que esto es el eslabón perdido que confirma el atraso de Chía. –Le extendí “el tunjo” a su también otoñal asistente. Ella lo recibió y sacudió la cabeza con asomos de lástima y rabia.

-No le digas nada a nadie, pero a la Doctora se le metió que se había encontrado una guaca y comenzó a cavar. El alcalde no sabe. Él no sabe mucho de lo que ella hace en esta oficina, sinceramente tratamos de no preocuparlo-. Me llevó a un lado y continúo diciéndome: -Mira, Gozque, Rosita su secre, le regaló esta reproducción de Nadim Ospina el día del amor y la amistad, y a ella se le metió que era un precolombino que se había encontrado un día que caminaba por allá atrás.

La absurda “prueba” era un tunjo con forma de Miqui Maus, de esos que hace varios años fueron tan popularmente cómicos entre la comunidad de artistas plásticos.

–Tú sabes cómo es ella. Se le mete algo en la cabeza y nadie se lo saca...


La Doctora posa con su inconfundible gesto acompañada de su mascota "Traserín", en lo que muy pronto será el nuevo Pueblito Muisca con los "tunjos" encontrados en las excavaciones.

1 comentarios:

GOZQUE dijo...

MUCHOS LEEN POCOS COMENTAN... PERO SE LES AGRADECE...

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Más sensatos que muchos "colombianos"

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