Un país sin memoria olvida pronto sus penas. Persiste en el horror de su propio desastre. Una y otra vez nos confundimos entre la niebla espesa del recuerdo pasajero y nos regodeamos del pasado como si una simple excusa.
Hoy, diez años después y con exactitud de relojería suiza, traemos por un día -sólo un día- la memoria de un desaparecido más. El buen hombre y atrevido blasfemo. El difamador de verdades e indiscreto amigo. Sólo hoy sus amigos y padres: los medios, recordarán la sombría mañana. Traerán a la memoria otra vez (como cada año) la injusticia, el dolor y la impunidad de su muerte. Todo el día sonarán las notas de tu “Canela”, las imágenes de archivo, los recuerdos vanos y pasajeros de sonrisas entre verdugos.
Mañana será otro día. Otro libro. Otra infamia. Otro artículo para el olvido inmenso que el país acoge y hace suyo. Mañana habrá otros sueños, otras ausencias y otros muertos reclamando su recuerdo. Mañana él regresará a las sombras como los otros de aquel día, probablemente hasta que multitudes reclamen su presencia... y se olviden los olvidos.
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